Y para clausurar estas jornadas cervantinas, que mejor que hacerlo que representando bailes típicos de la época.
A ritmo de laudes, flautas o gaitas, el patio del colegio se ha convertido por unos momentos en un enorme salón de baile donde el desenfado, el ritmo y la ilusión han sido nuestro mejor embajador.
¡Enhorabuena a todos/-as!